***Hace 6 años la Agencia Antidrogas de Estados Unidos compartió con México información sensible para la captura de los dos principales líderes Zetas
***Funcionarios corruptos del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa alertaron al Zeta 40 generando así el exterminio del pueblo de Allende
Lo que ocurrió en Allende es una historia de
traición, intriga y muerte. Una historia en la que un operativo de la
Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos detonó la
venganza de los líderes del cártel de los Zetas que terminó por arrasar a un
pueblo en Coahuila.
A seis años de la masacre de Allende, ocurrida en
2011, los testimonios de las víctimas y agentes que participaron en un fallido
operativo para capturar a los capos Miguel Ángel Treviño (Z-40) y su hermano
Omar (Z-42), permiten reconstruir una historia que había permanecido velada
ante la incapacidad del gobierno mexicano para investigar el caso y castigar a
los culpables.
Así lo revela el reportaje publicado por la
periodista Ginger Thompson, titulado Anatomía de una masacre, elaborado en
conjunto con ProPublica y National Geographic, en el que se relata la manera en
que la DEA entregó información sensible a funcionarios del gobierno de Felipe
Calderón, quienes pusieron sobre aviso a líderes Zetas de que habían sido traicionados
y podrían ser capturados. Un acontecimiento que detonó uno de los capítulos más
violentos en los más de 10 años de la llamada "guerra contra el
narco".
"A diferencia de la mayoría de los lugares en
México destrozados por la guerra contra las drogas, lo que pasó en Allende no
se originó en México. Comenzó en Estados Unidos, cuando la DEA logró un triunfo
inesperado. Un agente persuadió a un importante miembro de los Zetas para que
le entregara los números de identificación rastreables de los teléfonos
celulares que pertenecían a dos de los capos más buscados del cártel, Miguel
Ángel Treviño y su hermano Omar", señala el reportaje.
"Entonces, la DEA se la jugó. Compartió la
información con una unidad de la policía mexicana que, por mucho tiempo, ha tenido
problemas con filtraciones de información, aunque sus miembros habían sido
entrenados y aprobados por la DEA. Casi de inmediato, los Treviño se enteraron
de que habían sido traicionados. Los hermanos planearon vengarse de los
presuntos delatores, de sus familias y de cualquiera que tuviera un vínculo
remoto con ellos", agrega el texto.
El reportaje recoge testimonios con habitantes de
Allende que presenciaron la matanza. Algunos de ellos impactantes.
"Con todo lo que estábamos viviendo,
desconfiábamos de todos. Nos dábamos cuenta de que había una situación de doble
gobierno; no sé si me explico: el gobierno oficial de Coahuila y lo que es la
delincuencia, que tenía el mando. Sabíamos que la policía ya estaba
infiltrada", señaló Evaristo Rodríguez, veterinario y vicealcalde de
Allende en aquella época.
Otra persona identificada como Márquez, un vendedor
de hot dogs, relató la siguiente historia sobre los hechos ocurridos el 18 de
marzo de 2011.
"Dos amigos míos se dedicaban a recolectar y
vender chatarra. Se dieron cuenta de que el rancho estaba en llamas y los
dueños ya se habían ido. Así que fueron — el papá y su hijo — para ver si había
algo de valor para cargar. Vieron una freeza [un congelador] al lado de la
carretera, una freeza grande. Y la quisieron mover. Pero estaba muy pesada. Y
el padre dijo: 'Ven ayúdame, vamos a echarla pa'rriba.' La abrieron y había dos
cuerpos ahí adentro. Huyeron", señaló el vendedor.
Un testimonio que se suma al de otros políticos como
el entonces alcalde de Piedras Negras.
"Hubo un punto en el que empezamos a ver
señales de que [los Zetas] habían empezado una especie de toma hegemónica de
todas las actividades comerciales. Además del tráfico de drogas y de armas,
echaron a andar compañías y negocios en el sector de servicios, en bienes
raíces, en la construcción", indicó Fernando Purón, presidente municipal
de Piedras Negras.
"Todos les tenían miedo. Los Zetas eran más
fuertes que el gobierno, ¿entiende? Eran más fuertes económicamente. Mejor
organizados. Estaban mejor armados. Todos les tenían miedo y, los que no,
habían sido comprados", agregó el exedil.
La información que fue de la DEA al gobierno de
México... y los Zetas
La trama comenzó cuando el agente Richard Martinez,
de la DEA, y el fiscal federal adjunto Ernest Gonzalez, detuvieron a Jose
Vásquez, Jr., el distribuidor de cocaína más importante de los Zetas en Texas.
Los agentes presionaron a Vásquez para que cooperara
con las autoridades estadounidenses a cambio de que la madre y esposa del
vendedor de droga no fueran encarceladas. Fue entonces que Vásquez aceptó
conseguir para la DEA las claves de los teléfonos de los hermanos Treviño. Y
cuando la DEA consiguió información sensible para la captura de los capos, la
compartió con elementos de la policía federal en México, desde donde se avisó a
los líderes Zetas que habían sido traicionados.
"Conseguí todos los números: el de 40 y 42, y
de todos ellos. No sabía lo que iban a hacer con ellos. Pensé que iban a
intentar interceptarlos o algo así. Nunca pensé que iban a mandar los números
de vuelta a México. Les dije que no hicieran eso, porque iban a causar la
muerte de mucha gente", aceptó Vásquez.
Y así ocurrió. Los Zetas llegaron al poblado de
Allende armados con camionetas blindadas y desaparecieron entre 60 y 300
personas para vengarse de la familia Garza, un "prominente clan de
rancheros y mineros", en el cual, algunos de sus integrantes participaban
activamente con los Zetas. Y todo esto, porque el Z-40 y Z-42 pensaron que una
persona de nombre José Luis Garza Jr. los había traicionado.
Los criminales incendiaron ranchos, desaparecieron y
asesinaron a una enorme cantidad de gente mientras el terror se esparcía como
pólvora. Al día siguiente llegaron con maquinaria para derrumbar casas de sus
enemigos y prácticamente arrasar con el pueblo entero.
Y a pesar de que los capos fueron capturados en 2013
y 2015, las secuelas de la masacre de Allende siguen latentes entre sus
pobladores. El gobierno mexicano nunca resolvió el caso y la DEA se lavó las
manos por lo sucedido, aún cuando oficiales de la agencia sabían que había un
enorme riesgo de que funcionarios corruptos del gobierno mexicano alertaran a
los Zetas.
"Con respecto a lo que pasó en México y las
repercusiones de la filtración, la postura oficial de la DEA es la siguiente:
es por completo culpa de Omar y Miguel Treviño. Estaban matando gente antes de
que aquello pasara y mataron gente después de que se entregaron los números. La
DEA hizo el trabajo de ir por ellos e intentar enfocar y dedicar nuestros
recursos en sacarlos del negocio. Al final tuvimos éxito en este sentido",
señaló Russ Baer, portavoz de la DEA.
A seis años de la tragedia, se desconoce el número
exacto de víctimas que dejó la masacre de Allende.
En octubre pasado, el investigador del Colegio de
México, Sergio Aguayo, señaló en entrevista con el HuffPost que el gobierno de
Estados Unidos debía reconocer su responsabilidad en la llamada guerra contra
el narco, luego de que el académico dio a conocer una investigación para
documentar la masacre de Allende.
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