Un puro
explosivo, cápsulas envenenadas o un ‘caracol bomba’: la enemistad acérrima de
Fidel Castro con Estados Unidos le valió al líder cubano el dudoso honor de ser
objeto de numerosos intentos de asesinato, según distintas versiones. Ninguno
acabó con su vida. Era el último dirigente histórico del comunismo, el último
de los grandes protagonistas de la Guerra Fría, el último de los grandes
líderes mundiales fallecidos al nivel de Nelson Mandela, Yaser Arafat, el papa
Juan Pablo II.
Con mano de
hierro, gobernó 47 años la isla y siguió siendo el máximo guía del régimen
después de que enfermó y entregó el mando a su hermano Raúl, cinco años menor,
el 31 de julio de 2006.
Once
presidentes de Estados Unidos llegaron y se fueron sin ver caer a Castro:
Dwight Eisenhower, John F. Kennedy, Lyndon Johnson, Richard Nixon, Gerald Ford,
Jimmy Carter, Ronald Reagan, George Bush, Bill Clinton, George W. Bush, y
Barack Obama. Y es que el líder latinoamericano fue durante décadas una de las
mayores obsesiones y la ‘bestia negra’ de la Agencia Central de Inteligencia
norteamericana (CIA).
El abierto
desafío de Castro a Washington, al que llevó al borde del enfrentamiento
nuclear con la Unión Soviética en la Crisis de los Misiles de 1962, lo
convirtió también en blanco de la ira norteamericana en tiempos de la Guerra
Fría. Y en objetivo prioritario de la CIA, que no vaciló en apostar por su
muerte.
Según
fuentes como Fabián Escalante, un exjefe de la inteligencia cubana, y Luis
Báez, autor de varios libros sobre Fidel Castro, el expresidente fue objeto de
más de 600 planes de asesinato por parte de la inteligencia estadounidense,
cifra inverosímil que para muchos le asegura un espacio en el Libro Guinness de
los Récords.
Aunque es
difícil probar la existencia de los centenares de planes de “eliminación
física” atribuidos a los enemigos de Castro, algunos de ellos han sido
ampliamente detallados por antiguos conspiradores, agentes o políticos
estadounidenses.
Además de
planes generales para acabar con el régimen cubano como la fracasada invasión
de Bahía de Cochinos en 1961, la CIA ideó varios complots para deshacerse de
Castro, según sostiene Báez en su libro ‘El mérito es estar vivo’, de 2005.
Sobre todo
en los convulsos primeros años de la revolución abundaban los planes para
matarlo. Entre ellos estaban algunos para liquidarlo con un disparo de bazuca
cuando daba un discurso en la escalinata de la Universidad de La Habana en
1963, según Báez, o en el estadio Latinoamericano ese mismo año o en 1964
durante partidos de béisbol, un deporte al que Castro era gran aficionado.
También un
Comité del Senado de Estados Unidos presidido por el demócrata Frank Church
desveló en varios informes entre 1975 y 1976 la existencia de planes para matar
a Castro, entre varios otros líderes que Washington puso en la mira (entre
ellos el congoleño Patrice Lumumba y el dominicano Rafael Trujillo).
Algunos
presuntos complots revelados por el llamado Comité Church apuntan a que la CIA
planeó incluir a la mafia, que aún tenía contactos en Cuba de la época de
Fulgencio Batista, para matar a Castro en operaciones con cápsulas de veneno o
atentados con armas. Los planes del llamado proyecto ZR/RIFLE fueron parcialmente
desclasificados en la década de 2000.
También
tramas curiosas sobre presuntos intentos de matar al cubano han entrado en los
libros de historia. Éstas son cuatro de las versiones más sonadas:
La amante
despechada
La alemana
Marita Lorenz se convirtió en 1959 a sus 19 años en amante de Fidel Castro y
fue reclutada por la CIA tras el final tortuoso de esa relación, según cuenta
ella misma en su autobiografía de 2001 “Lieber Fidel - Mein Leben, meine Liebe,
mein Verrat” (Querido Fidel: Mi vida, mi amor, mi traición). Lorenz narra cómo
la agencia le dio dos cápsulas mortales para envenenar a Castro en un previsto
reencuentro en La Habana, aunque ella desiste del plan a último minuto y tira
las cápsulas en un retrete.
El habano
explosivo
El diario
‘Saturday Evening Post’ reportó en 1967 que la CIA había barajado en 1960 un
intento de asesinar a Castro durante una visita a la ONU haciéndole fumar un
habano, una de las grandes pasiones de Castro en aquella época, cargado con un
potente explosivo. La CIA nunca confirmó la existencia de la trama. Varios
medios norteamericanos dieron sin embargo por cierta la versión sobre el plan
nunca ejecutado.
El traje de
buzo envenenado
Según un
informe del Comité Church, el plan fue orquestado mientras el abogado neoyorquino
James Donovan negociaba con Fidel Castro la liberación de los prisioneros de la
frustrada invasión de Bahía de Cochinos en 1961. Donovan debía regalar al líder
cubano un traje de buceo, otra de las aficiones de Castro, contaminado con
bacterias y esporas que debían causarle una grave enfermedad cutánea. El plan
se abortó debido a que Donovan le regaló antes a Castro un traje de neopreno
convencional por iniciativa propia.
El caracol
bomba
El plan de
los años 60, también mencionado por el Comité Church, preveía la fabricación de
un “caracol de mar bomba” que debía ser colocado en el lecho marino en uno de
los lugares donde Castro solía bucear. La concha portaría un explosivo capaz de
matar al líder cubano. La CIA descartó el plan porque no encontraron viable
colocar el explosivo en el lugar indicado.
información de Vanguardia.com
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